Psicólogos para tratamiento de procesos de duelo

El duelo

El duelo es quizá uno de los estados psicológicos más conocidos por la población. Todo el mundo sabe que existe, casi todo el mundo lo ha sufrido alguna vez, todo el mundo conoce a alguien que lo ha pasado o lo está pasando y a un nivel intuitivo, casi todo el mundo sabe si la persona que sufre el duelo lo está pasando de forma sana o no.

Pero exactamente ¿qué es el duelo? ¿cuándo se manifiesta? ¿qué fases tiene? ¿y cómo saber si es una respuesta normal o es patológica?

Según nuestra experiencia clínica, el duelo es una respuesta emocional adaptativa y normal ante una perdida. Se denomina duelo al proceso de adaptación a la nueva realidad que tenemos cuando sufrimos una perdida emocional en nuestras vidas.

Hay que tener en cuenta que el duelo es un proceso que hay que pasar siempre que experimentamos una pérdida.

El duelo no es patológico en sí mismo y tiene unas fases por las que siempre hay que pasar. En este proceso se tienen que reajustar las emociones, reestructurar los pensamientos y adaptar las conductas que se han desestabilizado o desajustado con la pérdida y recolocar las nuevas situaciones vitales.

 

Centro de referencia en el tratamiento del duelo en Madrid

Una pérdida, para dar lugar al proceso del duelo, tiene que tener, según nuestra experiencia, dos características:

  1. Tiene que haber un vínculo emocional
  2. La pérdida es para siempre o se percibe como irremplazable

La primera característica, es que tiene que haber un vínculo emocional con la persona, animal, objeto, proyecto o situación vital que se ha perdido o acabado.

Una cosa importante es que un proceso de duelo no solo se da cuando perdemos una persona querida, se puede dar con la pérdida de cualquier cosa con la que tenemos un fuerte vínculo emocional, por ejemplo puede ser un animal. Hemos visto procesos de duelo de gran intensidad en personas que tenían un fuerte vínculo afectivo con una mascota.

Incluso se puede producir un proceso de duelo ante el final de situaciones vitales que consideramos irremplazables como el fin de una relación emocional, ya sea de pareja o de amistad, o con la pérdida de objetos con los que tenemos vínculos emocionales o que evocan recuerdos emocionales.

En estos casos el proceso de duelo puede no ser tan intenso como cuando se pierde un ser querido pero es interesante recalcar que también sucede y que se pasa por las mismas fases para superarlo.

El proceso de duelo será más o menos intenso en función de la fortaleza de ese vínculo, de las circunstancias vitales, de la forma de la pérdida y la personalidad del doliente.

La segunda característica, es que la pérdida es para siempre y se percibe como irremplazable. Esto conlleva que hay que seguir haciendo la vida normal pero con unas condiciones nuevas a las que hay que adaptarse.

Esta adaptación no solo es en las costumbres de la vida cotidiana, sino que se produce, sobre todo, a nivel emocional ya que la pérdida, supone que las emociones que sentíamos hacia la persona que ya no está, tienen que recolocarse y recanalizarse, adaptándose al nuevo entorno emocional.

Esta recanalización, reubicación y reabsorción de las emociones tiene que darse de una manera sana, fluida y en un plazo de tiempo flexible, pero que tiene que tener un final y sin que surjan mecanismos de defensa neuróticos que dificulten o bloqueen el proceso del duelo.

También se produce una adaptación cognitiva, ya que hay que aceptar que las emociones que recibíamos de la persona desaparecida, y que en muchas ocasiones eran un fuerte estimulo en nuestras vidas y algo importante para mantener nuestra salud y equilibrio emocional, ya no las vamos a recibir nunca más.

Asimismo, esta adaptación cognitiva supone que hay que reorganizar los pensamientos surgidos por la pérdida, como por ejemplo: ¿qué voy a hacer ahora? ¡la vida no tiene sentido! ¿Por qué a mí? ¿Cómo me voy a organizar? Y que generan mucha inestabilidad interna, tristeza y angustia.

Como parte de la reacción de pérdida, algunas personas pueden desarrollar sentimientos de tristeza, y síntomas asociados como ansiedad, insomnio, pérdida de peso, incluso pueden presentar cuadros depresivos con toda su sintomatología.