La Real Academia de la lengua Española define relación en una de sus acepciones como la conexión, correspondencia, trato, comunicación de alguien con otra persona. A este término debemos añadirle el condicionante amoroso que estrecha y solidifica aún más el concepto. Pero, cuando esa relación deja de tener una función o finalidad y se rompe, ¿qué debe hacerse? No lo define el diccionario sino los protagonistas de esa relación.
Ante esa situación surgen dos formas de cortar una relación: de forma súbita o de forma continuada.
La forma súbita implica un factor de aislamiento extremo que pocas personas son capaces de afrontar teniendo en cuenta las posibilidades comunicativas que nos ofrecen las tecnologías actuales. WhatsApp, Intagram, FaceBook y Twitter, entre otras, hacen que sea de especial facilidad contactar con alguien desde cualquier rincón del planeta y dificultan la primera forma.
En este caso nos centraremos en los motivos que llevan a mantener una relación cuando el amor se ha acabado. ¿Qué nos empuja a hacerlo de esta forma? Los miedos, principalmente:
El fin de una relación implica una pérdida y un cambio en nuestra vida. Especialmente una pérdida de hábitos y costumbres que ya teníamos interiorizadas. La formación de hábitos o rutinas optimiza nuestras vidas. Estos estereotipos conforman nuestro comportamiento y nos permiten ganar tiempo concentrándonos en las actividades cotidianas que requieren un mayor uso del pensamiento haciéndolas más asumibles.
Al interponerse el fin de una relación en nuestros estereotipos conceptuales nos desestabiliza y le puede acompañar una carga de ansiedad que nos puede hacer sentir incómodos y molestos. Es, por ello, uno de los motivos que hace que no queramos deshacernos de esas costumbres que tanta estabilidad nos dan pese a haber acabado el amor.
El fin de una relación puede alterar las necesidades de seguridad, protección, afiliación o aceptación social. Estas son necesidades primarias que surgen al poco tiempo de haber nacido y que construye la base donde se encuentra nuestra autoconciencia. No es hasta los tres años cuando un niño empieza a percibirse como independiente del entorno y empieza a formar su autoestima de manera espontanea a partir de las valoraciones de los demás. Comienza a ser importante para él el reconocimiento y la aprobación de los demás y, en menor o mayor medida, afectará a sus necesidades de protección y aceptación.
A raíz de una ruptura podría establecerse un vínculo de relación y dependencia por miedo a la pérdida. Hará que no queramos perder a la persona que suple nuestras sensaciones necesarias de protección y bienestar. Nos empujará a no perder la relación.
La autoestima es el aprecio o imagen que una persona tiene de si misma, de sus cualidades y áreas de oportunidad. Se va formando con el paso del tiempo en base a la información recuperada de ajenos hacia a ti: cómo te hablan, cómo te tratan, la atención que te dan, etc. Dependiendo de lo positivo o negativo de estos factores se darán dos casos:
Si, en su mayoría, es positiva tendremos una autoestima alta. Este tipo de personas confían en sus capacidades. No tendrán inconveniente en pensar que ellos solos podrán salir de todo aquello que les suceda, y no tendrán problemas en dejar una relación que no funciona. Creen que ellos mismos son todo lo que necesitan y no intentarán continuar el una relación al acabarse el amor.
Por el contrario, si suele ser negativa, nos encontraremos con una autoestima baja. La persona no confiará en sus capacidades y experimentará, continuamente, inseguridades por sentirse poco valiosa, no creerá que merezca cosas buenas. En una relación se traducirá en miedo a no volver a encontrar una pareja y, que cuando se tenga, se aferre a la misma por miedo a no poder continuar solos. El resultado suele ser una dependencia que hace que no logres superar la perdida tras la ruptura y querer seguir manteniendo relación.
A continuación presentaremos 10 hábitos que ayudaran a mejorar tu autoestima, sentirte más valorado y a ser capaz de cortar la dependencia de una relación en la que no hay amor.