Marcarnos objetivos en la vida puede ser útil para motivarnos y llegar a cumplirlos. Sentirnos realizados es una satisfacción inigualable, pero se nos hace necesario controlarnos para que estas metas no se conviertan en una obsesión.
Los pensamientos obsesivos son ideas, imágenes o impulsos que aparecen de forma involuntaria en nuestra cabeza y están asociados a un malestar. La mayoría de personas son capaces de valorar estos pensamientos como irracionales o exagerados, pero no son capaces de controlarlos.
Estos tipos de pensamientos o preocupaciones pueden proceder de multitud de ámbitos: dudas obsesivas acerca de nuestra orientación sexual, preguntas cotidianas frecuentes que pueden llegar a crearnos la inseguridad de si hemos cerrado la lleve del gas o la puerta de nuestra casa, o incluso dudas acerca de nuestro propio estado mental entre otras.
¿Por qué se producen estas obsesiones?
Muchas veces pueden tener algún componente heredado del entorno o familiares, pero la principal causa de estos problemas es pensar que hay hechos que podrían ser excesivamente terribles si ocurrieran. Es curioso que la mayoría de los perfiles que suelen desarrollar este tipo de trastorno suele ser el de personas que se les considera modélicas o que están sometidas a grandes presiones relativas a la perfección que tienen el temor de cometer algún error que afecte a su imagen.
¿Tengo una obsesión?
Es común confundir obsesión con otros pensamientos más comunes que conviene diferenciar, los más comunes son:
Las preocupaciones: Son fenómenos cognitivos normales, todos en alguna ocasión nos hemos preocupado. Se suelen manifestar en forma verbal y guardan una estrecha relación con temas que consideremos de gran importancia, como por ejemplo nuestra salud, dinero o seres queridos. No se viven como fenómenos tan intrusivos si no que de alguna manera percibimos su aparición de forma voluntaria, es decir, que tienen cierto carácter intencional. A diferencia de las obsesiones no están asociados a tanto nivel de malestar. La preocupación es un fenómeno normal en la sociedad y solo suponen un problema cuando el nivel de malestar que generan es muy intenso e interfieren en nuestra vida personal.
Los pensamientos automáticos negativos: Generalmente aparecen en forma verbal y tienen que ver con cuestiones negativas referidas a nosotros mismos o sobre valoraciones negativas que hacemos sobre nuestro futuro o sobre nuestro pasado. Se trata de pensamientos autocríticos cuya frecuencia e intensidad dependerán fundamentalmente de la autoestima.
Las intrusiones cognitivas normales: Se diferencia de los pensamientos obsesivos en que son cogniciones normales, no aparecen con tanta frecuencia y no provocan tanto malestar como para alertarnos.
Las ideas delirantes: Se trata de creencias con otro contenido más fantástico o inverosímil y que son inmunes a cualquier tipo de contraargumentación que nosotros mismos realicemos. Generalmente, estos pensamientos, hacen referencia a la propia persona que padece esa idea delirante, por ejemplo puede creer que está siendo constantemente vigilado.
Características principales de la problemática obsesiva
Las obsesiones van ligadas a algún tipo de preocupación por consecuencias que la persona vive como traumáticas. Todas estas obsesiones recogen algún tipo de consecuencia que nos parece catastrófica y nos situamos como responsables. Esto lleva a comportamientos que no guardan una relación lógica con la consecuencia que estoy tratando evitar.
Somos capaces de reconocer que nuestras obsesiones son irracionales o exageradas. Este reconocimiento es de gran importancia, pues será de gran ayuda para diagnosticar el caso. Contra más alto sea este nivel de conciencia, mejor será el pronóstico de recuperación. No obstante, existen momentos en los que, pese a que la persona esté muy concienciada, experimentará etapas álgidos de la obsesión en las que no se reconocerá como obseso.
Grado de alerta o anticipación en el que suelen caer las personas que lo sufren. Ese miedo a que aparezcan esos pensamientos obsesivos es el caldo de cultivo ideal para que aparezcan los pensamientos obsesivos. Esto crea un círculo vicioso negativo del que es muy difícil salir si no se recurre a ayuda profesional a ayuda profesional.
Este grado de malestar es muchas veces acompañado del desarrollo de una gran variedad de rituales o conductas compulsivas. Algunos ejemplos son rituales asociados a conductas de comprobación, conductas de lavado o aseo personal, conductas de chequeo mental propias, rituales mentales que tienen que ver por ejemplo con cantar una canción. La eficacia de estos rituales o conductas compulsivas es básicamente nula, en todo caso podemos percibir cierta reducción del malestar o de la ansiedad de forma inmediata o a corto plazo que no solucionara el problema, sino que alimentará el círculo vicioso a largo plazo.
Soluciones y hábitos para mejorar
Al final la persona con algún trastorno obsesivo teme más las sensaciones de malestar y ansiedad que le producen las ideas u obsesiones más que las propias ideas. No puede convivir con una sensación de ansiedad prolongada.
El mejor tratamiento psicológico es el llamado “exposición con prevención de respuesta”. Con este se enseña, se dan herramientas y estrategia par que la persona pueda afrontar el malestar
y la ansiedad que le producen las ideas obsesivas sin tener que recurrir a las compulsiones o rituales de las que antes hablábamos para compensarlo.
Se trata de un proceso gradual en el que se realizan diferentes técnicas y se hace una jerarquía de exposición en la que la persona irá, gradualmente, exponiéndose a situaciones en aumento de ansiedad hasta que sea capaz de adaptarse.
Otra forma de afrontar una obsesión es argumentarse a uno mismo porqué no debe serlo. Por ejemplo, un obseso de la limpieza necesitará argumentarse y autoconvencerse de que u poco de suciedad no es tan mala como piensa o incluso pensar que puede llegar a ser positiva porque en un ambiente de absoluta limpieza el cuerpo no desarrollaría anticuerpos para no enfermar.
Es normal que las personas que presentan algún tipo de obsesión no reconozcan el peligro al que pueden llegar a estar expuestos y aprendan a convivir con este tipo de rituales o manías. Por ello se hace necesario exponerse a un tratamiento lo antes posible para fomentar un mejor pronóstico.