Durante la infancia y la adolescencia tenemos una idea omnipotente y fantasiosa sobre nuestras limitaciones físicas. Pensamos que nunca envejeceremos ni moriremos o que será tan lejos que prácticamente no ocurrirá nunca. Estas ideas nos preparan mal para la práctica sensata del auto-cuidado ya que durante un largo periodo juvenil podamos abusar de nuestras aparentes energías ilimitadas.
Sin pensarlo las cosas un día cambian y nos envían señales de un mal funcionamiento corporal anómalo, y esto puede desembocar en un ataque de pánico.
Nos hemos mal-educado a ser sacrificados y sufridores, anteponiendo el deber, la ambición y la auto exigencia o la búsqueda de estímulos. Quizás sabemos las horas que podemos pasar trabajando pero no sabemos cuántas horas necesitamos para nuestra mínima tranquilidad personal, tampoco sabemos manejarnos bien frente a las frustraciones, ante las que solemos buscar salidas que más que calmarlas parecen exagerarlas.
Un ataque de pánico es un episodio repentino de miedo intenso que provoca reacciones físicas graves cuando no existe ningún peligro real o causa aparente. Los ataques de pánico pueden causar mucho miedo. Cuando se presenta un ataque de pánico, puedes sentir que estás perdiendo el control, que estás teniendo un ataque cardíaco o incluso que vas a morir.
Durante la vida solo se suelen tener uno o dos ataques de pánico, el problema pasa cuando se resuelve una situación estresante, pero, pasas un miedo constante de sufrir otro ataque, es probable que tengas una afección llamada “trastorno de pánico”.
Generalmente los ataques de pánico no ponen en riesgo la vida pero pueden provocar mucho miedo y afectar, de manera significativa, tu calidad de vida.
Los síntomas del trastorno de pánico suelen comenzar al final de la adolescencia o a principios de la adultez y afectan a mujeres más que a hombres.
Suelen comenzar de forma súbita, sin previo aviso, tienen muchas variantes y los síntomas suelen alcanzar su punto máximo en cuestión de minutos. Después de que el ataque de pánico desaparece, puedes sentirte fatigado y exhausto.
Suelen comprender alguno de estos síntomas:
Uno de los peores aspectos de los ataques de pánico es el miedo intenso a que se repitan, cuando esto ocurre se convierten en algo llamado trastorno de pánico, cuando una persona se preocupa tanto por tener otro ataque tiende a evitar lugares o situaciones que asocia a los ataques.
No todo el que tiene un solo ataque de pánico va a desarrollar un trastorno completo, pero alguien que está predispuesto a trastornos de ansiedad, la vía en el cerebro que evalúa las amenazas puede ser hiperactiva. Evitar otro ataque se convierte en una prioridad primordial.
Debido a que parte de la experiencia de un ataque de pánico es una necesidad intensa de huir, las personas que los han padecido, a menudo evitan situaciones en las que sería difícil escapar se produce un ataque, tales como coches, trenes, aviones, multitudes. Esta evitación de lugares considerados difíciles de escapar es agorafobia
La agorafobia sólo significa el miedo a no ser capaz de escapar de una situación, en caso de que tenga un ataque de pánico.
Se desconoce la causa de los ataques de pánico o del trastorno de pánico pero pueden influir:
En el ataque de pánico hay dos fuerzas que se unen y se suman:
Los pasos a seguir son: