El diálogo interior es algo muy importante para la higiene y la salud mental. Todos tenemos un diálogo interior, es inevitable, cuando nos suceden cosas nos hablamos a nosotros mismos. Muchas veces estas conversaciones interpersonales consisten en una simple evaluación de la situación, pero en otras ocasiones podemos llegar a ser muy vehementes con nosotros mismos a través de este diálogo. Así, si tenemos un buen diálogo interno tendremos una muy buena fortaleza emocional. Razón por la que es esencial cuidarlo, revisarlo y cambiarlo si queremos mejorar a nivel emocional.
Un ejemplo de mal diálogo interior sería el siguiente: Supongamos que estamos reunidos con varias personas (familiares, amigos, compañeros del trabajo). Durante la conversación notamos que “Juan” nos pone nerviosos y nos retiramos de la reunión pensando que “Juan” es insoportable y que nos saca de quicio.
Lo que nos deberíamos decir es “me pongo de los nervios con Juan”, nos ponemos nosotros mismos de los nervios ante ciertas actitudes, pero el que realmente tiene la culpa de que ocurra eso somos nosotros mismos. En nuestro exterior ocurre una sucesión continua de acontecimientos pero lo que yo me diga será lo que me haga experimentar según que emociones. La mayor prueba de ello es que “Juan” provoca emociones diferentes a cada persona y eso dependerá de lo que cada una de esas personas se diga así misma de “Juan”. Por lo tanto, si queremos cambiar nuestras emociones, debemos cuidar lo que nos estamos diciendo en base de cada situación.
No obstante, hay momentos o situaciones (como en momentos de miedo o tristeza) en las que ese diálogo interior, nos diga lo que nos diga, no va a cambiarnos emocionalmente o hacerlo será difícil. Parece que en estas situaciones la emoción es automática pero no es así del todo. Así, un ejemplo documentado es el de cristianos que, obligados por los romanos, los enfrentaban a los leones. Estos afrontaban el encuentro cantando cánticos religiosos que reforzaban su fe, con alegría, que suscitaban en los romanos una admiración y sorpresa por enfrentarse de tal forma a las fieras. De este hecho, podemos sacar la conclusión de que depende de lo que yo me diga en según qué situación, independientemente de su intensidad, para experimentar las emociones que yo me diga y más me convengan. Nos encontramos otros ejemplos que muestran la importancia de este diálogo interno:
Epicteto fue un filósofo y, actualmente, considerado padre de la psicología racional. Este durante su infancia y gran parte de su vida fue un esclavo que consiguió la libertad siendo ya adulto. Las crónicas también cuentan que su amo, Epafrodito, pese a proporcionarle una educación, lo maltrataba y le pegaba palizas de vez en cuando. No tuvo una infancia sencilla. Pese a todo ello asegura que durante esos años de esclavitud fue feliz, no dedicó tiempo a quejarse de su situación y aprovechó su vida.
Personas que han estado en campos de concentración nazis, como puede ser Viktor Frankl. Este fue un psicólogo judío que estuvo en un campo de concentración y sobrevivió. Argumentó que él se mantenía optimista y bastante mejor anímica y emocionalmente que sus compañeros porque el dominaba su diálogo interno. Son muestras de que, si dominamos nuestro diálogo interno, nos podemos convertir en personas excepcionalmente fuertes incluso en situaciones extremas.
La psicología positivista consiste en repetirse algo positivo para intentar interiorizarlo y asumirlo como cierto, un ejemplo sería repetirse 20 veces al día: “cada día que pasa todos los aspectos de mi vida van mejor y mejor”. Así esta psicología asegura que repitiéndonos esto mejoraremos nuestro estado de ánimo. No obstante, este tipo de psicología ha ido desapareciendo y cediendo terreno a la racional pues se ha demostrado su poca efectividad.
La psicología cognitiva o psicología racional no consiste en mantenerse en positivo. Considera repetirnos una y otra vez algo bueno como si fuéramos un loro no servirá de nada porque no servirá para convencernos, para convencernos hacen falta razonamientos. De esta manera, ante un problema, propone como solución un diálogo interno que en todo momento vaya guiado a nuestros intereses, convenciéndonos a nosotros mismos, siguiendo el ejemplo anterior, de qué aspectos de nuestras vidas van mejor.
Existen ejercicios diarios para tener es diálogo interno y evitar terribilizar.
Un buen ejercicio de razonamiento con argumentos puede ser el de rebatir las cosas terribles que nos decimos a nosotros mismos pero con argumentos. Cada día tenemos que revisar que es lo que nos ha puesto de mal humor, lo que nos ha entristecido o lo que nos ha enfadado de una manera exagerada. Revisaremos que es lo que nos hemos dicho en nuestro diálogo interno que nos ha llevado a experimentar esas sensaciones e intentaremos corregirlo de cara a futuras situaciones parecidas.
Ante, por ejemplo, una situación de desempleo es cierto que esa persona tendrá un problema y no les vendría bien, como decimaos anteriormente, repetirse a ellos mismos que les va bien porque no será cierto. Pero lo que sí es de vital importancia es que aquellas personas no se dejen deprimir o llenar de ansiedad, esto solo puede hacerse por medio del diálogo interno. Sería necesario que se repitieran que, de dejarse deprimir antes esta situación, no solo tendrían un problema, el de no tener empleo, si no que también estarían deprimidos, que es mucho peor que el primero, no les haría ningún favor.
No obstante, si todavía dudas de la importancia del diálogo interior en la formación de emociones, te invitamos a hacer el siguiente experimento: coge a tres personas de tu entorno que se caractericen por ser fuertes, positivos y que lo hayan demostrado; y otras tres personas que no, que los pobres son débiles a nivel emocional y que siempre están mal. Planteales una misma situación, por ejemplo, que tienes un amigo que está en paro y lo está pasando verdaderamente mal. Deja que hablen. Podrás observar que los tres fuertes se van a decir algo como “¿tiene el paro?” o “¿que sabe hacer?”, estarán buscando salidas ya a esa persona, evaluaran de una manera tranquila y racional. En cambio, las otras tres personas más débiles emocionalmente no sabrán que hacer y se agobiaran. Las personas fuertes tiene un diálogo interno fuerte que cuidan mucho, las personas débiles no. Eso es una prueba fehaciente de que un diálogo interno fuerte hace a personas racionales y fuertes.
Si pese a estos consejos no consigues controlar tu habla interior y acaba causando problemas en tu vida cotidiana consúltanos, estamos a tu disposición para ayudarte.