Adelgazar se ha convertido en un problema para mucha gente que, por necesidad o satisfacción, se han propuesto el objetivo de perder peso y, pese a probar numerosas dietas o hacer ejercicio, no son capaces de lograrlo o mantenerlo. Además de cuidar una buena alimentación y hacer deporte con regularidad, la psicología juega un papel de vital importancia para la creación de hábitos y rutinas que nos permitan cumplir el objetivo de perder peso.
El sobrepeso es un problema que afecta a más del 60% de la población. Dicho de otra forma, solo 4 de cada 10 españoles tienen un peso que se considera saludable. Además, de ese 60% que padece sobrepeso, la mitad tiene obesidad. Pese a los intentos de estas personas que se proponen adelgazar, pueden darse los casos en los que proponerse una dieta específica o hacer ejercicio de forma regular no es suficiente. En estas ocasiones se hace necesaria, además, un “ejercicio” psicológico que ayude a cumplir nuestro objetivo desde un punto de vista racional. A continuación damos unos consejos psicológicos para que, desde la cabeza, hagamos mucho más fácil la pérdida de peso para lograr un estado saludable.
Consejos
psicológicos para adelgazar
- Crear un sistema para toda la vida. Las dietas, como concepto, consisten en realizar un esfuerzo a nivel alimenticio durante un tiempo determinado para conseguir adelgazar, pero ¿y luego?. El hecho de estar en forma es algo para toda la vida. Tanto si nuestro deseo es adelgazar o estar siempre en forma y no durante un tiempo determinado o la duración de la dieta debemos cambiar nuestros hábitos para conseguir esa constancia. Es absurdo comer de manera muy restringida durante un tiempo determinado porque luego volveremos a engordar de nuevo. Lo que debemos hacer es un esfuerzo razonable y aprender a ingerir la cantidad de alimentos y calorías que más nos convenga y gastar otras de manera permanente. También hay que hacerlo de una manera agradable y fácil, todo lo contrario de lo que suelen suponer las dietas, de esta manera se hará más fácil de mantener.
- Ser ambiciosos. No se trata solamente de pensar en adelgazar, sino también en vernos atractivos, ese debe ser nuestro objetivo. La principal función de este consejo es motivarnos, es mucho más fácil conseguir objetivos si estás motivado. Motiva mucho más pensar cosas que verdaderamente quieres, por muy descabelladas que sean, que tener que adelgazar porque el médico nos haya dicho que lo necesitamos. Pensar y visualizar que tendremos un cuerpo estupendo y que te nos vamos a sentir bien con nosotros mismos es muy motivador. Este concepto de “cuerpo atractivo” es especialmente importante para las chicas, es necesario entender que, pese a los cánones de belleza socialmente establecidos que invitan a la delgadez excesiva, hace referencia a un cuerpo musculado y con curvas. Así, podemos ponernos el ejemplo de algún deportista de élite que nos sirva de referencia de un cuerpo sano.
- No mirar la báscula con tanta frecuencia. Mirar la báscula puede ser desmotivador porque el peso no siempre nos indicará si hemos adelgazado verdaderamente ya que, si hacemos pesas y ejercicio no solo perderemos peso, sino que ganaremos masa muscular que se traducirá en un aumento de peso, pero este no será malo. Una forma más eficaz de medición es mirarnos en el espejo y comprobar a través del mismo cómo estamos y cómo vamos progresando.
- Hacer deporte y pesas TODOS los días. Este se trata del consejo que más tiene que ver con la psicología, concretamente con la formación de hábitos y rutinas. Una de las causas principales de este porcentaje de obesidad es llevar una vida muy sedentaria, necesitamos musculatura y necesitamos movernos. Además de vigilar lo que comemos debemos practicar ejercicio de forma regular, esto no solo nos ayudará a perder peso, sino que también nos ayudará a adquirir un “espíritu deportivo” que no solo nos obligará a estar en forma continuamente sino que también aprenderemos a tomarnos la vida con deportividad subiéndonos la autoestima. Por otro lado, hacer deporte todos los días es mucho mejor que hacerlo solamente dos o tres días a la semana porque el ser humano es un animal de costumbres. Si todos los días tenemos el hábito de, por ejemplo, salir a correr a una hora concreta, el cuerpo a la larga, cuando llegue esa hora nos pedirá salir hacer esa actividad a la que está acostumbrada y no dudará si hacerlo o no. En cambio de hacerlo solamente tres veces a la semana sería mucho más fácil encontrar excusas. hacer deporte todos los días paradójicamente es más fácil que hacerlo solamente 3 días a la semana. Es importante también dejar que los músculos descansen cambiando de grupos musculares cuando realizamos ejercicios de musculación a diario.
- Comer la mitad de lo que comemos normalmente. Lo que hay que hacer es comer variado como comemos siempre, pero la mitad. La principal causa de que engordemos es que comemos demasiado. Tienes que acostumbrar a tu estómago a llenarse con la mitad de la cantidad. Si durante 10 días comemos la mitad de las porciones que comíamos antes, nuestro estómago se hará más pequeño y, a partir de entonces, con la mitad de los platos se nos llenará. Busquemos ese hábito de hacer el estómago pequeño.
- El agua es muy importante. El gran aliado de adelgazar es el agua. Recomendamos el siguiente ejercicio: a la hora de comer poner el plato con la mitad de la porción y 3 vasos de agua delante del mismo. A continuación, lo que haremos será comer con nuestro vaso de agua como lo haríamos de forma normal. Cuando nos hayamos acabado la mitad de la porción de nuestro plato, como al principio nos quedaremos con hambre, lo que debemos hacer es beber nos los otros dos vasos restantes de golpe. De esta forma se llenará el estómago y se nos pasará el hambre porque nos saciará.
- No comprar lo que queremos evitar comer. Parece lógico pero en ocasiones se nos puede llegar a pasar: si no queremos comer productos azucarados o fritos o que afectan a nuestra salud no tenemos que tenerlos en casa para no crear tentación.
- Cambiar de mentalidad. Nos debemos acostumbrar a ver todas las comidas que no son nutritivas o buenas para la salud como desagradables y ver las que sí nos convienen como agradables. Nos tenemos que concienciar a nosotros mismos de que esos alimentos son asquerosos, grasientos, que obstruyen nuestras venas, que no nos hacen ningún bien o como queramos verlo para que nos dejen de apetecer y nos sea más fácil dejar de tomarlos.